martes, 3 de noviembre de 2015

Antropología y ateísmo


Un terreno interesantísimo es el estudio de la religión, y del ateísmo, desde un punto de vista antropológico. Por supuesto, existen múltiples teorías al respecto, elaborados en torno a las ideas, las estructuras sociales, las emociones o la cognición, y también teorías mixtas. Hablar de antropología de la religión es hablar de humanismo, es decir, dar respuestas a las preguntas planteadas desde una perspectiva laica y naturalista. Por supuesto, según este punto de vista, solo podemos acercarnos a la religión aceptando que son producto de la cultura y de la condición humanas, dejando de lado lo sobrenatural y las propuestas trascendentes.

Otro factor antropológico importante es el evolucionismo darwinista, la idea de que todas las formas de vida son el resultado de la selección natural. En el campo biológico parece obvio, pero lo es igualmente en la antropología cultural, es necesario buscar los orígenes y tendencias siempre a largo plazo. Valga como ejemplo el hecho de que las sociedades jerarquizadas tienden a adscribir sus sistemas morales a un mandato divino, algo que descubrimos gracias a las tendencias a largo plazo, mucho más que las sociedades más horizontales. Se dice que la adopción del evolucionismo tuvo otras consecuencias, como es la del funcionalismo; según esta teoría, se tiende a explicar las características de organismos y sociedades en función de sus efectos positivos (el ejemplo más recurrente es la explicación de la religión por favorecer la cohesión social). El tercer rasgo primordial de una teoría antropológica de la religión es la proliferación de estudios culturales comparados; desde esta perspectiva, se acepta la multiplicidad de creencias y prácticas, a veces sin un denominador común.